Un amor en el carnaval

Bajo el brillo de las luces del carnaval, el destino entrelazó a dos almas solitarias: Lucía y Adrián.

Entre los coloridos trajes y la algarabía, Lucía, una artista tímida, dibujaba un lienzo en soledad. Adrián, un viajero errante, quedó cautivado por su pincelada delicada. Con cada trazo, Lucía plasmaba sus anhelos, que Adrián descifraba con admirable facilidad.

El tiempo se detuvo mientras conversaban bajo la carpa iluminada. Descubrieron pasiones ocultas, sueños compartidos y una conexión que desafiaba la fugacidad del carnaval. Pero la noche no era eterna, y el amanecer amenazaba con romper su hechizo.

Con el corazón latiéndoles con fuerza, Adrián le entregó a Lucía su tarjeta, susurrando: «Encuéntrame antes de que acabe el carnaval. Dejemos que este amor efímero se convierta en algo eterno».

Los días restantes fueron un torbellino de emociones. Lucía vacilaba entre la esperanza y el miedo, anhelando pero temiendo el desengaño. Adrián, impulsado por la pasión, recorrió cada rincón del carnaval en busca de su artista misteriosa.

Y justo cuando el último día estaba por terminar, entre la multitud enmascarada, sus miradas se cruzaron. Con un latido acelerado, Lucía se abalanzó hacia Adrián, sus manos temblando.

El carnaval, testigo de su amor, dio un último suspiro mientras las estrellas se alineaban a su favor. Lucía y Adrián, enamorados el uno del otro, se despidieron del carnaval, sabiendo que su historia de amor había trascendido sus límites efímeros.


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