**Los susurros del viento**
Entre los murmullos que el viento llevaba, Alina sintió una melodía que le robó el aliento. Cada susurro era una caricia invisible, una promesa susurrada que la hacía estremecer.
Una tarde, mientras paseaba por el parque, el viento trajo hasta ella una fragancia familiar. El aroma del jazmín la transportó a un recuerdo lejano, a una noche estrellaba junto a un hombre llamado Mateo. Su corazón latió con fuerza, preguntándose si el destino había decidido jugar con sus emociones.
Cada noche, los susurros del viento se hacían más intensos, cargados de anhelo. Alina caminaba por el parque, buscando en las sombras la silueta de Mateo. Una noche, sintió una mano sobre su hombro. Se giró, y ahí estaba él, su mirada tan profunda como el cielo nocturno.
«Alina», dijo, «el viento me ha guiado hasta ti».
En ese instante, Alina supo que los susurros del viento no eran solo un recuerdo, sino una esperanza. Una esperanza de un amor renovado, un amor que el viento había susurrado a sus corazones.
Y así, bajo el cielo estrellado, Alina y Mateo sellaron su reencuentro con un beso que resonó en los susurros del viento, una promesa de que su amor sería eterno, guiado por la melodía invisible que los unía.
Deja una respuesta