¿Y si las flores que obsequias un día pudieran ser el adiós?
Marina, una chica soñadora, recibió un singular ramo de rosas rojas. Cada pétalo narraba una historia de amor y promesas, pero la última flor tenía un secreto.
En el reverso de la última rosa, una pequeña nota decía: «Estas son las flores del adiós». El corazón de Marina se rompió en mil pedazos.
El remitente era su enamorado, quien se marchaba lejos, dejando un vacío insondable. Marina abrazó las flores, llorando desconsoladamente. El aroma de las rosas evocaba el amor que habían compartido, pero ahora se convertía en un cruel recordatorio de su pérdida.
Con el tiempo, las rosas se marchitaron, pero Marina guardó la última flor como un tesoro. Se convirtió en un símbolo de la belleza y la fugacidad del amor, un recordatorio de que incluso en los momentos más dulces, la despedida puede estar a la vuelta de la esquina.
La historia de Marina resonó con miles de corazones en las redes sociales, evocando una mezcla de nostalgia, tristeza y esperanza. Y la última flor, las «Flores del adiós», se convirtió en un poderoso símbolo del amor efímero y la inevitable pero desgarradora realidad de que a veces, los finales son necesarios para dar paso a nuevos comienzos.
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