La rosa de medianoche

En el corazón de una noche serena, bajo un cielo estrellado, florecía la Rosa de Medianoche. Su belleza era cautivadora, sus pétalos aterciopelados de un rojo intenso que contrastaba con la oscuridad circundante.

Se dice que esta rosa solo florece en noches especiales, cuando el amor verdadero está cerca. Y así, un joven caballero llamado Tristán, atormentado por un amor no correspondido, decidió buscarla en el bosque encantado.

Tras horas de ardua búsqueda, la encontró. Su corazón dio un vuelco al instante, su aroma llenó su alma de anhelo. Pero cuando se acercó a cogerla, una voz desde las sombras lo detuvo.

«No la toques», susurró una dama encapuchada. «Esta rosa está maldita. Cualquiera que la posea sufrirá un terrible destino».

El valor de Tristán se estremeció, pero sus ojos seguían fijos en la rosa. Sabía que debía tenerla, aunque le costara la vida. Con manos temblorosas, la tomó, sintiendo cómo sus espinas le perforaban la piel.

En ese momento, la dama desapareció y la rosa se marchitó en sus manos. Tristán se quedó solo en la oscuridad, su corazón inundado de dolor y arrepentimiento.

Pero entonces, ocurrió algo maravilloso. Los pétalos de la rosa comenzaron a brillar, emitiendo una luz cálida que iluminó el bosque. Y frente a Tristán, apareció su amada, sus ojos llenos de lágrimas de alegría.

La leyenda cuenta que la Rosa de Medianoche no era una maldición, sino una prueba de amor verdadero. Y así, Tristán y su amada vivieron felices para siempre, su amor bendecido por la magia de la noche.


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