Bajo el lienzo multicolor del arcoíris, su encuentro fue un flechazo. El corazón de Sofía latía con fuerza cuando sus ojos se encontraron con los de aquel misterioso desconocido, Diego.
En medio de la multitud, se aislaron en su propio mundo, promesas susurradas bajo el cielo resplandeciente. El arcoíris, testigo de su pacto, parecía unirlos con hilos invisibles.
Pero la vida les interpuso obstáculos. Diego se marchó, dejando a Sofía con el corazón roto. Los años pasaron, llevándose sus esperanzas.
Un día lluvioso, mientras Sofía contemplaba un tenue arcoíris, un sobre llegó por correo. Dentro, una carta escrita con la caligrafía familiar de Diego.
«Bajo el arcoíris, te prometí mi corazón. Hoy, regreso para cumplirlo», decía.
Sofía corrió hacia el lugar de su primer encuentro. Allí, bajo el mismo arco iris que había sido testigo de su amor, Diego la esperaba con los brazos abiertos.
Reunidos por fin, sus corazones se encendieron con una llama que había ardido durante años. El arcoíris, un símbolo de esperanza y promesas cumplidas, se desvaneció, dejando tras de sí un amor inquebrantable que desafiaba el tiempo y las tormentas.
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