En el umbral de un mundo de ensueño, donde las noches cobraban vida y los sueños se volvían realidad, existía una llave: La llave de los sueños.
Elena, una joven soñadora, encontró esta llave escondida bajo su almohada una noche estrellada. Con dedos temblorosos, la acercó a su corazón, sintiendo una oleada de emoción recorrer su cuerpo. Esa noche, el mundo cambió.
Entró en sus sueños, un reino donde todo era posible. Allí conoció a Mateo, un hombre misterioso con ojos como el café y una sonrisa que iluminaba la oscuridad. Juntos, volaron sobre ciudades dormidas, bailaron bajo cielos estrellados y crearon recuerdos que parecían sacados de un cuento de hadas.
Pero los sueños, como la vida, no estaban exentos de desafíos. Una noche, Elena soñó con una tormenta que amenazaba con destruir su mundo. Mateo estaba allí, protegiéndola, pero fue derribado por un rayo. Desesperada, Elena buscó La llave de los sueños, pero se había ido.
En ese momento, Elena se despertó, bañada en un sudor frío. Su habitación estaba oscura y silenciosa, y se preguntó si todo había sido solo un sueño. Pero encontró un pequeño dije en la mesilla de noche, una llave idéntica a La llave de los sueños.
Con el corazón palpitante, lo sostuvo en la palma de su mano. No solo había desbloqueado el mundo de sus sueños, sino que también había encontrado el amor que nunca creyó posible. La llave de los sueños había unido sus vidas, una llave no solo para los sueños, sino también para su destino.
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