**La llama que nunca se apagó**
En un mundo donde el amor se desvanece como el humo, dos almas se encontraron en la encrucijada del destino.
Elena, una mujer de espíritu ardiente, se topó con Marcos, un enigmático hombre con ojos que irradiaban una tristeza oculta. La chispa entre ellos se encendió como un fuego prohibido, desafiando las normas sociales.
Sus encuentros clandestinos eran un oasis en medio del tumulto, donde el tiempo se detenía y sus corazones latían al unísono. Pero el secreto amenazaba con consumirlos, y las dudas comenzaron a asomar sus feas cabezas.
Una noche fatídica, bajo el brillo de la luna, Marcos desapareció sin dejar rastro. Elena quedó destrozada, su llama de amor convertida en cenizas. Años pasaron, y la vida continuó, pero el recuerdo de Marcos permaneció como un fuego latente en su corazón.
Un día, una carta anónima llegó a su puerta. Contenía una llave y una única frase: «Ven a buscar tu llama». Siguiendo un instinto visceral, Elena se dirigió a una casa abandonada en las afueras de la ciudad.
Al abrir la puerta, fue recibida por un brillo tenue. En medio de la habitación, ardía un fuego, su llama ardiendo con tanta intensidad como el día que se habían conocido. Frente a la chimenea, estaba Marcos, con arrugas que hablaban de tiempo y lágrimas que habían sido derramadas.
Sus ojos se encontraron a través de la sala, y el tiempo pareció detenerse. La llama que nunca se apagó había renacido, más brillante que nunca, lista para iluminar sus caminos juntos por el resto de la eternidad.
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