Bajo el manto estrellado, en el abrazo de la música, dos almas se encontraron en la danza de las estrellas.
Ella, una bailarina con movimientos que parecían pinceladas celestiales, su vestido blanco resplandeciendo como la luna llena. Él, un caballero con porte elegante, sus ojos reflejando el brillo de las constelaciones.
Sus pasos se entrelazaron como un torbellino, creando una sinfonía de gracia y armonía. Cada mirada robada, un destello de amor que iluminaba la noche. Sin embargo, el destino tenía una sorpresa guardada.
En un giro inesperado, él se tambalea y ella lo sostiene con firmeza. Por un momento, el tiempo se suspendió mientras sus ojos se encontraron, cargados de gratitud y una chispa innegable.
La música cesó y la multitud estalló en aplausos. Pero para ellos, el mundo desapareció, solo quedaban ellos dos y el latido de un amor recién descubierto. Salieron del escenario tomados de la mano, sus pasos guiados por el brillo de las estrellas, un recordatorio de su danza mágica bajo el cielo nocturno.
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