¿Alguna vez te has preguntado qué pasaría si pudieras viajar en un tren que te llevara directamente a tus recuerdos?
En el andén de la estación, Lucía esperaba con el corazón latiendo con fuerza, su mirada fija en el tren que se acercaba lentamente. Era el Tren de los Recuerdos, un tren legendario que prometía un viaje inolvidable a los rincones más profundos de la memoria.
Subiendo al tren, Lucía se adentró en un vagón iluminado por una suave luz dorada. Los asientos de terciopelo invitaban a la nostalgia, y el aire estaba impregnado de una sensación de posibilidades. Con un silbido, el tren se puso en marcha, llevándola a través de túneles oscuros y paisajes cambiantes que representaban los capítulos de su vida.
Pasó por el primer amor, un encuentro casual que había florecido en un romance apasionado. Sintió la alegría del éxito y el dolor de la pérdida. Cada recuerdo era como una estación, despertando emociones tanto dulces como amargas.
Entonces, de repente, el tren se detuvo en una estación inesperada. Lucía salió y se encontró en un jardín bañado por la luz del atardecer. Un hombre, al que había extrañado durante años, estaba sentado en un banco, una sonrisa en su rostro.
«¿Cómo es posible?», susurró Lucía, las lágrimas de alegría rodando por sus mejillas. El hombre se levantó y la abrazó con fuerza. «Nunca te olvidé», dijo.
En ese momento, Lucía se dio cuenta de que el Tren de los Recuerdos no era sólo un viaje al pasado, sino también una oportunidad de reescribir su futuro. Había llegado al destino correcto, donde el amor y la felicidad la esperaban una vez más.
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