El portal del destino

Frente al portal del destino, donde la incertidumbre se entrelazaba con el anhelo, se cruzaron sus miradas.

Elena, de ojos color miel y sueños estrellados, buscaba un camino que la llevara a su corazón. Diego, con su sonrisa enigmática y alma inquieta, buscaba una estrella fugaz que iluminara su camino.

El portal, custodiado por el tiempo, abrió sus puertas a un torbellino de emociones. Cada paso que daban los acercaba al encuentro inevitable. El tiempo se detuvo, y sus corazones latían al unísono.

En un momento de valentía, Diego extendió su mano. Elena, con un susurro de esperanza, la tomó. Y así, traspasaron el umbral del destino, sus manos entrelazadas, sus almas unidas.

El portal se cerró tras ellos, sellando su promesa de un amor sin fronteras. El destino había jugado su mano, y ellos habían ganado la apuesta del corazón.


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