En medio del bullicio de la feria, sus ojos se cruzaron entre la multitud. Era como si el tiempo se detuviera, y en ese instante, el mundo desapareciera.
Mientras se acercaban, sus corazones latían con fuerza. El aire se cargó de una electricidad palpable. La sonrisa de ella iluminó su rostro, y la mirada de él reflejó un deseo intenso.
Entre el carrusel giratorio y el olor a algodón de azúcar, compartieron palabras susurradas y miradas cargadas de promesas. El tiempo parecía volar, pero cada momento era una eternidad.
De repente, la multitud los separó. Él intentó alcanzarla, pero ella había desaparecido. La feria se convirtió en un laberinto de emociones encontradas: esperanza, desesperación y un anhelo insaciable.
Siguió buscándola, pero era como buscar una aguja en un pajar. Y justo cuando estaba a punto de perder la esperanza, la vio. Estaba parada frente a la rueda de la fortuna, su rostro iluminado por las luces brillantes.
Con un renovado vigor, se abrió camino entre la multitud. La tomó de la mano, y juntos subieron a la cabina. Mientras la rueda giraba lentamente, se fundieron en un beso apasionado, sellando su destino entre el ajetreo y el bullicio de la feria.
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