En medio del ajetreo citadino, el destino orquestó un fortuito encuentro entre dos almas solitarias: Amelia y Mateo.
Un cuaderno abandonado en un banco del parque, adornado con una intrigante cita, captó la atención de Amelia. Al abrirlo, descubrió una carta anónima que le robó el aliento. Mateo, autor de la misiva, expresaba su anhelo oculto por una conexión genuina.
Intrigada, Amelia dejó su propia carta en el cuaderno, dando inicio a un intercambio epistolar clandestino. Cada palabra escrita revelaba retazos de sus personalidades, sus sueños y sus vulnerabilidades. La tensión crecía con cada nueva carta, avivando la llama de una atracción irresistible.
Finalmente, Mateo propuso un encuentro en el mismo banco donde comenzó todo. El corazón de Amelia palpitaba con expectación. Al llegar, sus ojos se encontraron con los de un hombre que irradiaba la misma sensibilidad que transmitían sus palabras.
En ese instante de conexión, el cuaderno se transformó en el símbolo de su destino entrelazado. Un destino que los había unido desde lejos, a través del poder de las palabras y la magia de una serendipia inesperada.
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