El bosque de las promesas

En el corazón del Bosque de las Promesas, donde los susurros de los árboles bailan con el viento, se entretejía un tapiz de amor y misterio.

Sofía, una joven de ojos soñadores, se aventuró en el bosque, guiada por promesas susurradas por su corazón. Allí, bajo el dosel de hojas verdes, conoció a Mateo, un hombre de espíritu libre con una sonrisa que derretía el hielo.

Sus miradas se cruzaron, y en ese instante, el tiempo se detuvo. El aroma de las flores silvestres impregnaba el aire, pintando un cuadro de romance incipiente. Pero el bosque guardaba un secreto, un rumor de un oscuro peligro que acechaba en sus profundidades.

Mientras se adentraban más en su aventura, Sofía y Mateo sintieron un escalofrío en la nuca. El rumor de pasos se hacía más fuerte, acercándose cada vez más. El miedo los envolvió, pero su amor se mantuvo firme.

De repente, una figura sombría surgió de las sombras. Con un rugido, la bestia atacó. En un momento de valentía, Mateo se interpuso entre Sofía y el peligro, protegiéndola con su propio cuerpo.

El bosque se quedó en silencio, excepto por el latido del corazón de Sofía. Mateo había caído, su cuerpo yacía inmóvil. Las lágrimas de Sofía fluyeron como un río, su amor amenazado por la tragedia.

Pero en un giro cruel, Mateo se levantó lentamente. La bestia se había desvanecido, y Mateo estaba ileso. Habían superado la prueba del bosque juntos, su amor forjado en el fuego de la adversidad.

Y así, en el Bosque de las Promesas, donde el amor y el misterio se entrelazaban, Sofía y Mateo encontraron su destino, sellando su compromiso bajo el testigo de los árboles silenciosos.


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