Bajo el cielo estrellado, el «Baile de las Mariposas» atrajo a dos almas solitarias: Lucía, con su gracia etérea, y Mateo, cautivado por su vibrante presencia.
Mientras las notas de la música flotaban en el aire, se encontraron en medio de una multitud arremolinada. Sus miradas se entrecruzaron, un torbellino de emoción y una promesa de algo más.
Sin embargo, un giro inesperado amenazó su efímero encuentro. Una ráfaga de viento separó a Lucía de Mateo, dejándola sola en la oscuridad. El pánico se apoderó de ella hasta que una voz conocida la guió a través de la multitud.
Era Mateo, su rostro marcado por la preocupación. Habían encontrado su camino de regreso el uno al otro, su conexión inquebrantable a pesar del caos.
Mientras bailaban bajo el resplandor de las estrellas, Lucía se dio cuenta de que su corazón había encontrado un nuevo hogar. Mateo era su mariposa, y ella su capullo, listos para florecer juntos en un amor que duraría mucho después de que la música se detuviera.
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