El canto del crepúsculo

¿Alguna vez has sentido el canto del crepúsculo? El crepúsculo, ese momento mágico entre el día y la noche, cuando el sol se despide con un beso dorado y la luna aparece tímidamente, envolviendo el cielo en un manto de misterio.

En este crepúsculo, dos almas, Amelia y Mateo, se encontraron por casualidad. Amelia, una mujer soñadora con ojos que brillaban como estrellas, paseaba por el parque, sus pasos ligeros como una pluma. Mateo, un artista atormentado con un corazón tan profundo como el océano, estaba sentado en un banco, sus manos dibujando sobre un lienzo.

Sus miradas se cruzaron y el tiempo pareció detenerse. En ese instante, el mundo se desvaneció, dejando solo sus corazones latiendo al unísono. El crepúsculo los envolvió como una manta, protegiéndolos del mundo exterior. Hablaron durante horas, compartiendo sueños, miedos y esperanzas.

Pero el crepúsculo es efímero. La noche se acercaba y con ella, la realidad. Amelia y Mateo sabían que su encuentro era solo eso, un momento fugitivo. Sin embargo, el recuerdo de ese crepúsculo se quedaría con ellos para siempre, un canto de amor que les recordaría la magia que habían compartido.

Mientras la noche los separaba, Amelia y Mateo se prometieron recordar el canto del crepúsculo. Y con ese recuerdo, sus corazones encontraron la paz, sabiendo que su amor, aunque breve, había sido real. El crepúsculo había sido su testigo y su canto, su eterna melodía.


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