Bajo el resplandor de la luna, las palabras susurradas por los pétalos de rosa se cernían en el aire como notas de una sinfonía. Era una noche como ninguna otra cuando los caminos de Sofía y Mateo se entrelazaron.
Sofía, una joven soñadora, paseaba por el jardín, su corazón latiendo con ansiedad. De repente, un sutil susurro llamó su atención. Era un verso de un poema, bello y apasionado, que parecía llamarla por su nombre.
Mientras se acercaba tímidamente al rosal, una voz masculina resonó en sus oídos, llena de una emoción que casi podía tocar. Mateo, un extraño misterioso, había estado observándola desde las sombras, atraído por su gracia.
Sus miradas se cruzaron, y en ese instante, el tiempo pareció detenerse. Los pétalos de rosa bailaban a su alrededor, susurrando secretos de amor y anhelo. Con cada palabra que pronunciaban, se enamoraban más profundamente.
Pero el destino tenía una sorpresa reservada. Cuando Mateo reveló su identidad, Sofía se quedó sin aliento. Era el famoso poeta cuyo verso había cautivado su corazón. El susurro de los pétalos había sido su forma de declararle su amor.
En ese jardín bañado por la luz de la luna, el amor floreció entre Sofía y Mateo. El susurro de los pétalos se convirtió en el eco de su pasión, un testimonio del poder transformador del amor que había unido sus almas para siempre.
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