**Los misterios del amanecer**
En el alba, el cielo se tiñó de tonos anaranjados, desvelando la silueta de una mujer que caminaba solitaria por el paseo marítimo. Su nombre era Lucía, y sus ojos ocultaban un rastro de tristeza.
Mientras contemplaba las olas, un hombre se acercó a ella. Se llamaba Javier, y su sonrisa era tan cálida como los primeros rayos del sol. Hablaron durante horas, compartiendo sueños y anhelos.
Javier le contó a Lucía que había llegado a la ciudad en busca de inspiración. Era escritor, y el amanecer le cautivaba por su belleza efímera. Lucía, por su parte, le habló de su trabajo como pintora, y de cómo le gustaría capturar la magia de esos momentos.
Al despedirse, Lucía sintió algo inexplicable. Era como si Javier fuera la pieza faltante de su corazón. Sin embargo, algo les separaba: Lucía llevaba un secreto que no podía revelar.
Días después, Javier volvió al paseo marítimo y encontró un cuadro en la arena. Era una pintura del amanecer, pero no era un amanecer cualquiera. Lucía había plasmado su propio secreto en el lienzo: una lágrima que se deslizaba por su mejilla.
Javier entendió entonces que Lucía también estaba rota, pero que tenía miedo de compartir su dolor. En ese momento, decidió quedarse y ayudarla a encontrar la paz. Juntos, desentrañaron los misterios del amanecer, encontrando consuelo en el poder del amor y la comprensión mutua.
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