**La hora del destino**
El reloj marcaba las 11:11 cuando sus miradas se cruzaron en medio del bullicioso café. Ella, una artista libre con un pincel como compañero; él, un escritor introspectivo con palabras como refugio.
En ese instante, el tiempo se detuvo. Los extraños se convirtieron en almas gemelas, conectadas por un hilo invisible. Cada sorbo de café, cada página pasada, acercaba sus corazones.
Pero el destino tenía otros planes. Sus caminos se separaron abruptamente, dejándolos con un vacío que ninguna obra de arte o palabra podía llenar. Los años pasaron, y el recuerdo de aquella hora se convirtió en un dulce tormento.
Un día, como si el destino los guiara de nuevo, se encontraron en la misma cafetería, a la misma hora. El reloj marcaba nuevamente las 11:11. El tiempo pareció retroceder, y los corazones que una vez se habían entrelazado volvieron a sentir la magia.
Esta vez, no dejarían que el destino se interpusiera en su camino. Tomaron sus manos, sellando una promesa de amor que había trascendido el tiempo. Y así, en la hora del destino, sus almas gemelas finalmente se reencontraron, demostrando que el amor verdadero puede vencer todas las adversidades.
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