La magia del primer beso

Bajo el cielo estrellado, dos corazones solitarios se encontraron por casualidad. María, con su mirada que brillaba como mil luciérnagas, y Juan, con una sonrisa que derretía el hielo.

En un instante, sus miradas se cruzaron, y el tiempo pareció detenerse. El aire se llenó de una energía palpable, una electricidad que recorrió sus cuerpos. El momento era perfecto, como si el destino los hubiera estado guiando hasta ese preciso instante.

Sus labios se acercaron lentamente, cada vez más cerca, hasta que finalmente suspiraron en un beso tan suave como el terciopelo. Fue un encuentro que trascendió lo físico, un destello de almas que se habían reconocido.

En ese beso, el mundo se desvaneció, reemplazado por un torrente de emociones que los envolvió a ambos. El miedo, la alegría, la esperanza; todo se entremezcló en una danza embriagadora.

Cuando el beso terminó, un silencio cargado de promesas flotó en el aire. María y Juan se miraron a los ojos, sus corazones latiendo al unísono. Habían experimentado la magia del primer beso, un momento que quedaría grabado en sus recuerdos para siempre.

Y mientras las estrellas seguían brillando sobre ellos, supieron que su historia de amor acababa de comenzar. El primer beso había encendido una chispa, y ahora solo el tiempo diría lo que depararía el futuro.


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