En la bulliciosa estación de La estación del amor, donde los trenes entran y salen, llevando consigo un torbellino de historias, se cruzaron sus miradas entre la multitud.
Ella, Ana, una joven soñadora con ojos brillantes, desbordaba una alegría contagiosa. Él, Carlos, un hombre maduro y reservado, llevaba en su mirada una tristeza oculta.
El destino los unió en el vagón de un tren. Sus mundos chocaron, y el tiempo pareció detenerse. Conversaron durante horas, compartiendo sueños y miedos. La conexión fue instantánea, el amor floreció como una flor en primavera.
Pero el viaje debía terminar. El tren llegó a su destino, y con él, el adiós. Una promesa de reencontrarse quedó en el aire, pero el destino tenía otros planes.
Pasaron los años, y el recuerdo de aquel encuentro seguía vivo en sus corazones. Un día, Ana decidió regresar a La estación del amor. Mientras caminaba por el andén, reconoció una cara familiar.
Era Carlos. Sus ojos se encontraron en un instante eterno. El tiempo pareció revertirse, y el amor reavivó su llama.
El destino les había dado una segunda oportunidad. En ese instante, en La estación del amor, volvieron a encontrarse, uniendo sus corazones para siempre. Una historia de amor escrita en los vagones de un tren, donde el amor encontró su camino de regreso a casa.
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