Cuando sus ojos se perdieron en el reloj de péndulo, el tiempo dio un vuelco.
En medio de la anticuada relojería, ella, una joven curiosa, encontró un reloj especial. Él, un viejo relojero, guardaba su historia entre sus engranajes.
Con cada tictac, el pasado cobraba vida. Ella se adentró en otra época, donde el amor desgarradoramente hermoso entre dos almas se había detenido para siempre.
La mujer del reloj, atrapada en el pasado, esperaba al hombre que vendría a liberarla. El relojero, ahora anciano, había sido ese hombre. El tiempo había pasado, pero su amor por ella seguía intacto.
Cuando ella tocó el reloj, el tiempo se congeló. Se encontraron en un instante atemporal, sus ojos conectándose a través de los siglos. El amor que había perdurado en el tiempo envolvió sus corazones, trascendiendo las barreras del pasado y el presente.
En ese instante detenido, ella comprendió que el amor verdadero podía desafiar el tiempo, e incluso cuando el reloj comenzara a moverse de nuevo, su amor duraría para siempre.
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