En el corazón de Granada, donde la historia susurra, se erige La Torre del Adiós, un lugar empapado de anhelos y recuerdos. Bajo su imponente presencia, nuestros dos protagonistas, Lucía y Mateo, se encontraron en un torbellino de emociones.
Lucía, una joven artista atrapada en un amor no correspondido, encontró consuelo en la torre. Mateo, un viajero solitario atormentado por un pasado misterioso, quedó cautivado por su tristeza.
Las noches se convirtieron en cómplices de sus secretos. Lucía vertía sus penas en pinturas vibrantes, mientras Mateo recitaba poemas que resonaban con su propio dolor. A través de las ventanas de la torre, observaban la ciudad a sus pies, unidos por una melancolía compartida.
Pero su idilio estaba destinado a terminar. Un día, Mateo anunció su partida, llevándose consigo el corazón de Lucía. Ella lo despidió desde la torre, sus lágrimas empapando la piedra antigua.
Los años pasaron, y Lucía encontró el amor en otro. Sin embargo, el espectro de Mateo nunca la abandonó por completo. Una noche, guiada por la nostalgia, regresó a La Torre del Adiós.
Mientras subía las escaleras sinuosas, los recuerdos inundaron su mente. Y entonces, en el silencio de la cima de la torre, encontró a Mateo. Había regresado, atormentado por el arrepentimiento y el anhelo.
Sus miradas se encontraron, y el tiempo pareció detenerse. En ese momento, Lucía supo que su amor nunca había muerto. Y así, bajo la sombra de La Torre del Adiós, donde una vez se habían despedido, encontraron su esperanzador reencuentro.
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