En el baile de máscaras, bajo el tenue resplandor de las velas, ella apareció como un sueño hecho realidad. Su máscara adornada ocultaba sus ojos, pero su sonrisa era como un faro de esperanza. Él, con su traje elegante y máscara misteriosa, se sintió atraído hacia ella como una polilla a una llama.
Entre el murmullo de la multitud, bailaron con gracia y abandono. Cada paso era una promesa, cada mirada un susurro de pasión escondida. Los desconocidos se transformaron en almas gemelas en ese mágico momento.
Pero el tiempo era cruel. La medianoche se acercaba, y con ella, el momento de quitarse las máscaras. Con un suspiro, él se quitó la suya, revelando un rostro varonil de ojos profundos. Ella, sin embargo, dudó, su corazón latiendo con una mezcla de temor y emoción.
Finalmente, con un movimiento tembloroso, se quitó la máscara, exponiendo una belleza que lo dejó sin aliento. Era ella, su amor perdido hace mucho tiempo, con la que había compartido un apasionado romance en su juventud.
El tiempo se detuvo en ese instante. Las palabras se quedaron cortas para expresar la alegría y el asombro que los abrumaron. El baile de máscaras se había convertido en el escenario de su reencuentro, una historia de amor redescubierto bajo el hechizo de la noche.
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