Entre el aroma a libros antiguos, surgió un encuentro inesperado. Elisa, una curiosa estudiante, buscaba un libro perdido en la biblioteca cuando tropezó con la mirada de Mateo, un apuesto bibliotecario de ojos enigmáticos.
Sus miradas se entrelazaron en un instante, creando una chispa eléctrica que recorrió sus cuerpos. Mateo se ofreció a ayudarla y, mientras navegaban entre los estantes, el silencio se llenó de una tensión palpable.
Los libros que consultaban parecían reflejar sus sentimientos ocultos, cada página un atisbo de su mutua atracción. La tensión se hizo insoportable cuando Mateo tomó la mano de Elisa, guiándola entre las sombras de la biblioteca.
Se encontraron en una sala aislada, donde la luz de la luna iluminaba sus rostros. Sus labios se encontraron en un beso apasionado, sellando un pacto de amor eterno entre los libros de la biblioteca.
En ese instante, el tiempo se detuvo y la biblioteca se convirtió en el escenario de su propia historia de amor. Un amor que había florecido entre las páginas, escrito con tinta invisible que solo sus corazones podían leer.
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